Hay quien dice que cuando en la calle encienden las luces de Navidad, para otros cuando en el supermercado ponen a la venta los turrones o cuando recibes en el buzón el catálogo de juguetes. Para mí la Navidad empieza cuando adornas el árbol.
En casa de mi madre cada año se decoraba de una forma distinta, en la mía doy rienda suelta a la creatividad y tengo un árbol blanco artificial y unos años lo decoro en tonos morados, otros rosas y este año en color rojo. De ahí salió la inspiración de esta tarta.
Es un trampantojo en forma de adorno para el árbol.
Una deliciosa tarta red velvet con la adictiva crema de queso y chocolate blanco, una delicia que pretende sorprender también al cortarla, por el bizcocho rojo y la crema blanca.
La tarta está recubierta por una capa de coco rallado para que tenga esa textura escarchada.
Aquí se puede apreciar el detalle de las hojas de muérdago, visualmente parecen de cerámica, son muy pequeñas, no llegan ni a ser ni de 1 centímetro de largo.
Y como cualquier adorno del árbol debe de tener un ganchito para poder colgarla en el árbol, aquí está pensado para introducir el típico cordoncito dorado.
Por último con esta foto lo que me gustaría es transportaros a una tarde de invierno con familia, amigos, con el salón decorado con un gran árbol y al fondo una chimenea encendida y simplemente pasando el rato. Cada cual que le añada aquellos buenos recuerdos, yo os dejo la imagen y un villancico de los que me hacen recuperar la ilusión de niña.
¡¡FELIZ NAVIDAD!!
Villancico:
